El sonido de las olas rompiendo contra las rocas me despierta al amanecer. Respiro profundo, llenando mis pulmones con el aire salado mezclado con aromas de manglar. Desde mi hamaca improvisada entre palmeras, contemplo cómo los primeros rayos del sol comienzan a iluminar el extenso horizonte del Pacífico en Playa San Benito. Después de semanas recorriendo Chiapas, finalmente descubrí el secreto mejor guardado de la región del Soconusco.

- 🏝️ Mi Descubrimiento Accidental del Paraíso
- 🦑 Festín de Sabores Marinos en las Palapas
- 🦩 Entre Manglares y Esteros: Un Safari Fotográfico
- 🌊 Entre Dos Mundos: Mar Abierto y Mar Muerto
- 🏕️ Vida Simple y Auténtica: Hospedaje en la Playa
- 🌅 Atardeceres que Cuentan Historias
- 🐢 Guardianes de las Tortugas: Conservación en Acción
- 👩🌾 Culturas Vivas: Los Habitantes del Soconusco
- 🧳 Consejos Prácticos de un Viajero a Otro
- 💙 Una Promesa de Regreso
- Video de San benito (Puerto Madero)
🏝️ Mi Descubrimiento Accidental del Paraíso
Todo comenzó como una sugerencia casual de Doña Carmen, la señora que me preparó los mejores huevos rancheros en un pequeño comedor de Tapachula. "Si quiere conocer el verdadero Chiapas costero, vaya a San Benito y Playa Linda. Ahí no van muchos turistas, pero vale la pena el viaje", me dijo mientras me servía otra taza de café de la región.
Siguiendo su consejo, tomé un colectivo desde Tapachula hacia Puerto Chiapas (antes conocido como Puerto Madero o San Benito). Este lugar "es considerado como uno de los 16 principales puertos de altura de México" y ofrece "un contacto cercano a un mundo místico, exótico y natural". Desde el puerto, un taxista local me llevó por un camino menos transitado hasta Playa San Benito.
A primera vista, parece una playa sencilla. Pero lo que me cautivó fue precisamente esa ausencia de desarrollo turístico masivo. "Este lugar no es tan concurrido por los visitantes por lo que puedes encontrar un ambiente tranquilo", y esa tranquilidad fue exactamente lo que estaba buscando después del bullicio de otras zonas más turísticas.
"Aquí las olas se rompen en las piedras antes de llegar a la orilla", me explicó Héctor, un pescador local que preparaba sus redes para la faena del día. "Por eso el agua llega más tranquila, perfecta para bañarse sin preocupaciones". Tenía razón. A diferencia de otras playas de Chiapas con oleaje fuerte, aquí pude nadar relajadamente, con el movimiento suave del agua creando una experiencia refrescante y segura.
🦑 Festín de Sabores Marinos en las Palapas
Si hay algo que recordaré por siempre de mi visita a San Benito son los sabores. Después de una mañana de natación, el hambre me condujo a una de las palapas rústicas que se alinean cerca de la playa. "La Perla del Pacífico" rezaba un letrero desgastado por el sol y la brisa marina.
Ahí conocí a Don Ernesto y su esposa Lupita, tercera generación de cocineros que mantienen vivas las recetas tradicionales del Soconusco. "Todo lo que servimos salió del mar esta mañana", me aseguró mientras observaba con curiosidad la cocina al aire libre donde Lupita preparaba los ingredientes.
Decidí probar su especialidad: pescado zarandeado al estilo Soconusco. A diferencia de otras versiones que había probado, este llevaba una mezcla de especias locales y chile de Simojovel que le daba un toque único. Acompañado con tortillas hechas a mano, aguacate y una salsa de tomate asado con habanero, fue una explosión de sabores que me hizo cerrar los ojos para disfrutar cada bocado.
"La gastronomía de esta región se fundamenta en mariscos y pescados frescos", me explicó Lupita mientras me servía una michelada preparada con cerveza local y limones recién cortados. "Usamos lo que el mar nos da, pero con nuestro propio estilo".
Para el postre, probé los "marquesotes", un pan tradicional de la región hecho con huevo, azúcar y anís, que según me contaron, tiene influencia de la época colonial cuando el Soconusco era una región próspera por su producción de cacao y café.
🦩 Entre Manglares y Esteros: Un Safari Fotográfico
El segundo día decidí explorar Playa Linda, ubicada a unos 39 kilómetros de Tapachula. Este lugar es "ideal para pescar, acampar y dar paseos en lancha en medio de manglares hábitat de una gran diversidad de aves". No pude resistirme a la oportunidad.
Contraté los servicios de Eduardo, un guía local conocedor de los manglares, para una excursión en lancha al amanecer. "Es el mejor momento para ver despertar a las aves", me aseguró. Y no exageraba.
Mientras navegábamos por los canales naturales entre los manglares, fui testigo de un espectáculo natural impresionante. Bandadas de garzas blancas levantaban vuelo desde sus dormideros, pelícanos pescaban con precisión milimétrica, y hasta pudimos avistar una pareja de águilas pescadoras en lo alto de un árbol seco.
"Estos manglares son el pulmón de nuestras playas", me explicó Eduardo con evidente pasión. "Cada raíz que ves es como un filtro natural que mantiene limpia el agua y da hogar a cientos de especies". Con su conocimiento, pude identificar los cuatro tipos de mangle que crecen en la zona: rojo, blanco, negro y botoncillo, cada uno con características y funciones ecológicas específicas.
Lo más impresionante fue cuando Eduardo apagó el motor en medio de un canal rodeado de vegetación. "Escucha", me dijo en voz baja. El silencio fue interrumpido por un concierto natural de aves, insectos y el suave movimiento del agua. "Esto no lo encuentras en los destinos turísticos grandes", añadió con una sonrisa de orgullo.
En un momento de la excursión, Eduardo me llevó a un claro entre los manglares donde una familia de iguanas tomaba el sol sobre las ramas. Me explicó que son parte fundamental del ecosistema, ayudando a dispersar semillas. Con su permiso, pude capturar algunas de las mejores fotografías de mi viaje.
🌊 Entre Dos Mundos: Mar Abierto y Mar Muerto
Una característica fascinante de esta zona es la coexistencia de dos tipos de playa en un mismo lugar. "La parte que da al mar abierto tiene un fuerte oleaje, la que da al estero es de aguas calmas o mar muerto", creando dos experiencias completamente diferentes.
En Playa Linda experimenté esta dualidad en toda su expresión. Por la mañana, me aventuré a las olas del Pacífico, perfectas para practicar un poco de bodyboard (tablas que rentan los locales por un precio accesible). La energía del mar abierto, con sus olas imponentes, ofrece la dosis exacta de adrenalina para los más aventureros.
Por la tarde, en cambio, busqué la tranquilidad del lado del estero o "mar muerto". Aquí, el agua es tan calmada que parece un espejo gigante reflejando las nubes y la vegetación circundante. Perfecto para nadar sin esfuerzo o simplemente flotar mirando al cielo.
"Tenemos lo mejor de ambos mundos", me dijo María, una vendedora local de cocos preparados que atiende a los pocos visitantes en la playa. "Los jóvenes prefieren las olas del mar abierto, mientras que las familias con niños disfrutan más del estero por su seguridad".
🏕️ Vida Simple y Auténtica: Hospedaje en la Playa
A diferencia de otros destinos turísticos, aquí no encontrarás grandes cadenas hoteleras ni resorts todo incluido. Y eso es precisamente parte de su encanto.
Me hospedé en Las Palapitas, un conjunto de cabañas rústicas administradas por una familia local. Mi cabaña tenía lo esencial: una cama con mosquitero, un pequeño baño con ducha de agua fría (¡que se agradece con el calor!), y una hamaca en el pórtico con vista al mar.
"Construimos estas cabañas con materiales locales", me explicó Don José, el propietario. "El techo es de palma de la región, las maderas son de árboles caídos que recolectamos después de tormentas, y los muebles los hicimos nosotros mismos".
La simplicidad del lugar no significa falta de comodidad. Al contrario, dormir arrullado por el sonido de las olas, despertar con el canto de las aves y no tener la distracción constante de internet y televisión me reconectó con lo esencial. Incluso la ausencia de aire acondicionado no fue problema gracias a la refrescante brisa marina que circulaba por las ventanas abiertas.
Para los viajeros con presupuesto muy limitado, existe la opción de acampar en áreas designadas de la playa. Vi a varios mochileros, principalmente jóvenes mexicanos y europeos, que habían montado sus tiendas entre las palmeras, creando una pequeña comunidad temporal donde compartían historias alrededor de fogatas por la noche.
🌅 Atardeceres que Cuentan Historias
Si hay un momento mágico en esta región, es sin duda el atardecer. Cada tarde, me establecí en un punto elevado de la playa para presenciar el espectáculo.
"Nuestros antepasados creían que cuando el sol se encontraba con el mar, estaban presenciando un beso cósmico entre dos deidades", me contó Miguel, un anciano de origen mame (uno de los pueblos indígenas de la región) que casualmente se sentó junto a mí una tarde.
Con su permiso, registré algunas de sus historias sobre cómo los habitantes originarios del Soconusco interpretaban los fenómenos naturales. Me habló de Tajín, el dios del trueno, y de cómo las tormentas que ocasionalmente azotan la costa eran vistas como manifestaciones de su poder.
Estas conversaciones espontáneas con locales como Miguel enriquecieron mi experiencia más allá del simple disfrute del paisaje. Cada atardecer se convertía no solo en un espectáculo visual, sino en una oportunidad para aprender sobre la cosmovisión de quienes han habitado estas tierras por generaciones.
🐢 Guardianes de las Tortugas: Conservación en Acción
Una tarde, mientras caminaba por la playa, me encontré con un pequeño grupo de personas que parecían estar realizando algún tipo de trabajo de campo. Me acerqué con curiosidad y descubrí que eran voluntarios del campamento tortuguero local.
Benito, el coordinador del programa, me explicó su trabajo: "Patrullamos la playa todas las noches durante la temporada de anidación. Cuando encontramos un nido, lo trasladamos a un área protegida para evitar que los huevos sean robados por depredadores o humanos". Me mostró el vivero, un área cercada donde docenas de nidos estaban marcados con fechas y números.
Tuve la fortuna de que mi visita coincidiera con una liberación de tortugas. Participar en esta actividad fue una experiencia conmovedora. Ver a esas pequeñas criaturas, apenas del tamaño de una galleta, arrastrarse instintivamente hacia el océano, enfrentando un futuro incierto pero necesario para la supervivencia de su especie, me hizo reflexionar sobre la fragilidad y la resiliencia de la vida.
"De cada mil tortugas que liberamos, quizás solo una o dos llegarán a la edad adulta", me explicó Benito. "Pero cada una que sobrevive representa la esperanza de continuidad para estas especies amenazadas".
👩🌾 Culturas Vivas: Los Habitantes del Soconusco
Entre playas y manglares, lo que verdaderamente hace especial al Soconusco es su gente. Esta región ha sido históricamente un crisol cultural donde se han mezclado influencias indígenas (principalmente mames), españolas y africanas, creando una identidad única.
En mis recorridos tuve la oportunidad de visitar el mercado de Tapachula, donde agricultores y pescadores venden sus productos. Ahí conocí a Doña Esperanza, una vendedora de hierbas medicinales que aprendió de su abuela el arte de la herbolaria tradicional. Me mostró plantas con nombres curiosos como "hierba del cáncer" y "oreja de burro", explicándome detalladamente sus usos medicinales.
También visité el Rancho Guadalupe, una finca bananera ubicada a 9 kilómetros de Tapachula. Aquí "se puede conocer todo el proceso de producción, selección, etiquetado y empacado de plátano, fruta de la que Chiapas es el primer productor en México". Esta visita me dio una perspectiva sobre la importancia económica de la agricultura en la región y cómo las plantaciones han modelado el paisaje y la cultura local.
🧳 Consejos Prácticos de un Viajero a Otro
Si estás planeando visitar estas joyas escondidas del Soconusco, permíteme compartirte algunos consejos basados en mi experiencia:
- Mejor temporada: Visité en noviembre y fue perfecto. La temporada de lluvias ya había terminado y el clima era cálido pero no sofocante. De noviembre a abril es ideal para evitar precipitaciones intensas.
- Cómo llegar: Desde Tapachula toma un colectivo hacia Puerto Chiapas (45 minutos). Para Playa Linda, sigue la carretera federal No. 200 por 25 km y luego toma el desvío señalizado de 6 km.
- Qué llevar: Protector solar biodegradable (para no dañar los ecosistemas acuáticos), repelente natural de insectos, sombrero, ropa ligera, calzado para caminar en arena y entre manglares, y una cámara resistente al agua si puedes.
- Alimentación: Los restaurantes de playa son económicos y ofrecen platillos frescos. Para un presupuesto más ajustado, puedes comprar provisiones en Tapachula antes de dirigirte a las playas.
- Presupuesto: Una familia de cuatro personas puede disfrutar de un fin de semana completo por aproximadamente 5,000 pesos mexicanos, incluyendo hospedaje sencillo, alimentación y algunas actividades como el tour en lancha por los manglares.
- Dinero: Lleva efectivo suficiente, ya que en estas playas no hay cajeros automáticos y muchos lugares no aceptan tarjetas.
- Conectividad: La señal de celular es limitada, especialmente en Playa San Benito. Considera esto como una oportunidad para desconectarte digitalmente y conectarte con la naturaleza.
📸 Galería de Imágenes: Momentos Capturados entre Manglares y Olas
Cada fotografía que capturé en San Benito y Playa Linda cuenta una historia diferente: el vuelo coordinado de las garzas blancas al amanecer entre los canales del manglar, las manos expertas de Lupita preparando un ceviche fresco mientras me explica la receta familiar, la silueta de los pescadores regresando con sus lanchas al atardecer, las pequeñas tortugas avanzando decididas hacia el mar en su primer y peligroso viaje, y ese momento mágico en que el sol se despide tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras imposibles. Los rostros sonrientes de los locales, orgullosos de su tierra; la textura única de la arena gris volcánica bajo mis pies; y la serenidad del mar muerto reflejando como espejo perfecto las nubes pasajeras. Estas imágenes son mi tesoro personal de un lugar donde naturaleza y cultura se entrelazan en perfecta armonía, lejos del turismo masificado, preservando la esencia verdadera del Soconusco chiapaneco.






💙 Una Promesa de Regreso
Mi última noche en Playa Linda coincidió con luna llena. Sentado en la arena, contemplando cómo la luz plateada creaba un camino brillante sobre las aguas, hice una promesa silenciosa de regresar a este rincón de Chiapas que había conquistado mi corazón.
Lo que hace especial a San Benito y Playa Linda no es el lujo ni las comodidades modernas, sino precisamente su autenticidad. Aquí, el ritmo lo marca la naturaleza: amaneces con el sol, comes lo que el mar ofrece ese día, y duermes arrullado por el sonido de las olas.
Mientras espero el colectivo que me llevará de regreso a Tapachula, intercambio números con Eduardo, mi guía de los manglares. "La próxima vez que vengas, te llevaré a un canal secreto donde a veces se pueden ver manatíes", me promete con una sonrisa cómplice.
Me voy con la mochila más ligera pero el corazón lleno de experiencias, sabores y rostros que me han recordado que viajar no se trata de acumular fotografías de lugares turísticos, sino de estos momentos de conexión genuina con la tierra y sus habitantes.
Si buscas el México auténtico, ese que conserva sus tradiciones mientras lucha por proteger sus tesoros naturales, Playa San Benito y Playa Linda te esperan con los brazos abiertos en el corazón verde del Soconusco.

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